Vicios: un hueso fácil de roer
El país mono por excelencia; pareciera ser que tanta longitud geográfica y tanta diversidad cultural no corre para nuestra juventud. El grueso de la gente joven de nuestro país no es más que un masivo grupo que más o menos maneja los mismos códigos.
Lo lamentable es que la mayor parte de las veces, dichos códigos necesariamente se relacionan a comportamientos que parten como una suerte de mecanismo de inclusión, para luego transformarse en conductas que se llevan a cabo casi por inercia, como actos reflejos: los vicios.
Sin importar rango hetáreo, la población chilena vive sumida en los vicios. Desde el tabaquismo hasta pasar más de las horas necesarias sentado frente a un computador, los vicios nos vuelven obsesos, retraídos y conformistas.
Llama la atención, porque a medida que pasan los años, la juventud chilena y, más bien, los adolescentes de Chile, se han convertido en un grupo que demuestra poco interés por los temas de real importancia, dándole un tratamiento especial a los temas banales que muchas veces se ven asociados a los vicios.
De poco han servido las campañas que en un principio han sido llevadas a cabo con bombos y platillos por los organismos gubernamentales y que han puesto de manifiesto la importancia que reviste para la sociedad la inclusión de los jóvenes, ya sea en un plano político, social, educacional e incluso sexual. Respecto de lo último, pareciera ser que la tecnología le gana a la sana crianza en el hogar que, otrora, fue la que recibimos muchos de nosotros y que hoy tambalea frente a un incesante bombardeo publicitario, multimediático e incluso ideológico.
Y es en este instante cuando viene bien preguntarse: ¿qué pasa con la identidad?, ¿acaso Internet y la televisión se han convertido en una suerte de tutoría identitaria?
Todo pareciera indicar que a los jóvenes de hoy en día les importa vivir el día a día, tratando de mantener lo más lejos posible ese hecho ineludible que significa crecer. El problema es cuando se atenta contra la sanidad física y mental, debido a que el futuro no es muy auspicioso para una sociedad que parte teniendo vicios de manera prematura.
No es necesario ahondar en las cifras para comprender que los vicios no son precisamente parecidos a ese mejor amigo que te acompaña en las buenas y en las malas, sino que más bien, los vicios son una especie de mala influencia muy parecidos a nuestro peor enemigo.
El país mono por excelencia; pareciera ser que tanta longitud geográfica y tanta diversidad cultural no corre para nuestra juventud. El grueso de la gente joven de nuestro país no es más que un masivo grupo que más o menos maneja los mismos códigos.
Lo lamentable es que la mayor parte de las veces, dichos códigos necesariamente se relacionan a comportamientos que parten como una suerte de mecanismo de inclusión, para luego transformarse en conductas que se llevan a cabo casi por inercia, como actos reflejos: los vicios.
Sin importar rango hetáreo, la población chilena vive sumida en los vicios. Desde el tabaquismo hasta pasar más de las horas necesarias sentado frente a un computador, los vicios nos vuelven obsesos, retraídos y conformistas.
Llama la atención, porque a medida que pasan los años, la juventud chilena y, más bien, los adolescentes de Chile, se han convertido en un grupo que demuestra poco interés por los temas de real importancia, dándole un tratamiento especial a los temas banales que muchas veces se ven asociados a los vicios.
De poco han servido las campañas que en un principio han sido llevadas a cabo con bombos y platillos por los organismos gubernamentales y que han puesto de manifiesto la importancia que reviste para la sociedad la inclusión de los jóvenes, ya sea en un plano político, social, educacional e incluso sexual. Respecto de lo último, pareciera ser que la tecnología le gana a la sana crianza en el hogar que, otrora, fue la que recibimos muchos de nosotros y que hoy tambalea frente a un incesante bombardeo publicitario, multimediático e incluso ideológico.
Y es en este instante cuando viene bien preguntarse: ¿qué pasa con la identidad?, ¿acaso Internet y la televisión se han convertido en una suerte de tutoría identitaria?
Todo pareciera indicar que a los jóvenes de hoy en día les importa vivir el día a día, tratando de mantener lo más lejos posible ese hecho ineludible que significa crecer. El problema es cuando se atenta contra la sanidad física y mental, debido a que el futuro no es muy auspicioso para una sociedad que parte teniendo vicios de manera prematura.
No es necesario ahondar en las cifras para comprender que los vicios no son precisamente parecidos a ese mejor amigo que te acompaña en las buenas y en las malas, sino que más bien, los vicios son una especie de mala influencia muy parecidos a nuestro peor enemigo.
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